Salvador Gil, experto en innovación y responsable del área de emprendizaje del IMPIVA, destacó la importancia del “poder de la voluntad” a la hora de ponerle cara a lo desconocido, entendido como lo que nos depara en la búsqueda de empleo.
Apuntó también a la iniciativa, creatividad y pasión como cualidades necesarias a la hora de enfrentarse a un proceso de empleabilidad, extrapolando además ejemplos reales y personales que sirvieron para hacer entender a los asistentes la importancia de no sólo conocer la teoría sino de aplicarla.
Coincido plenamente con él en que en un periodo de crisis como el actual hay que buscar la excelencia en la docencia, la investigación y la transferencia como claves ya no sólo de éxito, sino, y añado, casi de supervivencia.
Aquello de seguir tus propios criterios aunque la manada tome otra dirección cobra más importancia que nunca, porque precisamente en la vicisitud actual es de obligado cumplimiento salir de ese para buscar tu propio camino.
Respecto al proyecto vital insistió en el ejercicio de plasmarlo físicamente en un escrito realizado por nosotros mismos. Soy el primero en asumir que no siempre es fácil encontrar el momento o la motivación para llevarlo adelante, pero a raíz de los frutos que hace madurar, lo recomiendo encarecidamente. ¿De qué modo? Básicamente del mismo modo que hacemos al final la mayoría de cosas en la vida: pidiendo que nos obliguen.
Ahí precisamente la importancia a acudir a actividades y jornadas de autoconocimiento y estrategia, que más allá del nombre rimbombante nos permiten un pequeño kit-kat en nuestras obligaciones para prestarnos un poquito de atención a nosotros mismos.
Porque otro de los peligros de la eficiencia es que no nos permite pausar para analizar completamente si estamos satisfechos personal y anímicamente con nuestro relativo éxito.
Salvador pidió a los asistentes que asumiesen el riesgo de vivir la vida y que, sobretodo, gestionasen el presente recordando el pasado sin obsesionarse para crear el futuro.
Finalizó con una mención a la estrategia que W. Chan Kim y Renee Mauborgne señalan en su libro “Océano Azul” en referencia a que podemos diferenciar entre óceanos rojos aquellos que representan a todas las industrias existentes y los océanos azules a las ideas de negocio que todavía no han sido explotadas.
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